DE LA FATIGA PANDÉMICA A LA EPIDEMIA DE SALUD MENTAL

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palabras -» ¡ Vete al médico ! «- lanzadas por un diputado popular contra el portavoz de Más País, Íñigo Errejón, cuando pedía conocer cómo se reforzarían los equipos de salud mental, desataron una intensa polémica y una masiva respuesta ciudadana en redes sociales en apoyo a las personas con problemas de salud mental.

Pero, en realidad, no hacía falta ni siquiera el exabrupto en el hemiciclo y la consiguiente bronca política para saber que la salud mental protagonizaría este segundo año de pandemia. La OMS advertía ya a final de año que la epidemia de coronavirus había alterado o paralizado por completo los servicios de salud mental en el 93% de países del mundo, con el consiguiente peligro de agravamiento de los ya enfermos de salud mental, especialmente vulnerables ante situaciones anómalas y de estrés como las vividas durante la pandemia.

El año comenzaba con una nueva alerta de la OMS sobre la fatiga pandémica y el impacto en la salud mental de lo vivido durante el primer año de epidemia: «Se han registrado tasas relativamente altas de síntomas de ansiedad (6-51%), depresión (15-48%), trastorno de estrés postraumático (754%) y sufrimiento psicológico no específico (34-38%) en la población general […] y es probable que las restricciones sociales relacionadas con la pandemia hayan provocado un aumento en el consumo de alcohol y otras sustancias adictivas, así como en los juegos de azar y las apuestas en línea en diferentes segmentos de la población», advertía en sus informes el organismo internacional. La encuesta del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) confirmó que España ya tenía encima el problema: el 35% de la población española confesó haber llorado con frecuencia durante la epidemia, el 15% haber sufrido ataques de ansiedad, el 41% haber notado a sus hijos mucho más agresivos que antes de la epidemia y el 42% decía no poder conciliar aún el sueño.

No en vano, a la traumática situación de distancia social, miedo, encierro y problemas económicos que ha generado la epidemia se ha sumado para el 3,6% de la población española la muerte de algún familiar muy cercano, con la imposibilidad además de afrontar una despedida y un duelo convencional.

En el caso de los sanitarios el impacto ha sido aún mayor. Una macroencuesta del sindicato Satse a más de 11.000 profesionales de la enfermería acaba de detectar que el 92% de las enfermeras y enfermeros sufren alteraciones en el sueño como consecuencia de la pandemia, un 83% en el apetito y que los problemas sexuales han empezado a aparecer también en el 57% de los profesionales como consecuencia de su situación de estrés, depresión o ansiedad por lo vivido durante la pandemia de coronavirus.

Los datos de la Fundación Galatea, que puso en marcha un servicio específico de atención psicológica a los profesionales sanitarios ante la pandemia de coronavirus, muestran también un alto impacto, con un 31% de médicos que dicen no poder ya más y un 21% que toma pastillas para poder dormir.

Si antes de la epidemia un 7% de médicos y un 10% de enfermeras decían tener mala salud, ahora son ya un 21% de médicos y un 29% de enfermeras las que relatan encontrarse mal, según los datos de la Fundación Galatea.

El parón en las consultas y las crecientes listas de espera están dificultando poder contar con una foto realista de los nuevos trastornos mentales que se están produciendo, tanto en la sociedad civil como entre los profesionales, pero las primeras pistas de esa epidemia de salud mental que España va a tener que afrontar están ya aquí. El consumo de antidepresivos creció durante la primera ola un 4,8%, según datos de la distribuidora de medicamentos Cofares, y hasta un 6% en la segunda ola, en paralelo a un incremento de la demanda de valerianas y somníferos de distinta clase que alcanzó el 23% el pasado año. Y los datos de la consultora Iqvia muestran meses con repuntes del 10% de las ventas de antidepresivos y tranquilizantes respecto al mismo mes del año anterior.

Y pese a los ERTE y la caída del empleo, 197.000 personas iniciaron una baja laboral por trastornos de salud mental el pasado año, según los datos de AMAT. Como ocurriera con la epidemia de coronavirus y los equipos de protección individual, Fernando Chacón, decano del Colegio de Psicólogos de Madrid, dice tener claro que la epidemia de salud mental ha llegado sin estar preparados para afrontarla, «sin los recursos necesarios para mitigarla y sin ni siquiera la sensibilidad política imprescindible» para reforzar el sistema de salud mental.

Según relata, el impacto de la epidemia en la salud mental ha sido enorme y no sólo porque lo diga la encuesta del CIS a la propia OMS; «nosotros hemos detectado también que las consultas privadas a psicólogos han aumentado alrededor de un 30% y el consumo de psicofármacos también». Y pese a esa creciente demanda no se están poniendo los recursos necesarios para poder atenderla:

PSIQUIATRÍA POR LAURA G. IBANES

España necesitaría poder triplicar su número de psicólogos, psiquiatras y enfermeros de salud mental para poder atender al repunte de los casos de ansiedad, depresión y estrés

HACE TAN SOLO UNOS DÍAS QUE TRES

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