¡ No hagan sus apuestas !

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Hace unos días, una periodista me pidió que abordara el fenómeno de las nuevas adicciones sociales y sin sustancia. A priori, podría parecer imposible su casuística, pero si les digo que existen hábitos de consumo que comparten determinados patrones de conducta típicos de una adicción tóxica como la tolerancia, el síndrome de abstinencia, las recaídas y las dificultades a nivel familiar, social o económico… Me estoy refiriendo al juego patológico, como amenaza reciente para la salud pública, con especial incidencia en la población más joven y vulnerable socialmente.

En 2019 participé en una investigación sobre el impacto de las salas de apuestas y el juego online en la adolescencia y la juventud en Extremadura, coordinado por la Fundación Atabal, mostrando como uno de cada cuatro padecía problemas relacionados con el juego patológico, iniciándose a partir de los 14-15 años en plataformas digitales. Mayoritariamente chicos, pues son actividades en espacios masculinizados, ya sean virtuales como físicos en establecimientos para mayores de edad. Una contradicción que sea posible que un menor se registre en webs y acceda a locales de apuestas en una sociedad sobreprotectora de este grupo etario… ¡ Habría que mirárselo como adultos ! Del análisis mencionado, el dato más significativo era que el 20 por ciento de los jóvenes jugadores había fracasado en sus intentos de dejar el juego. Así, la ludopatía es un trastorno emergente de gravedad, quizás tan perjudicial como cualquier drogodependencia. Las organizaciones especializadas en la prevención y el tratamiento de adicciones denuncian los riesgos del juego patológico, a cualquier edad, siendo más perjudicial en personas en desarrollo integral. Este adicto siempre busca la primera sensación, las mismas emociones, hasta convertirse en ludópata. De modo progresivo se entra en una circulo vicioso que lleva a la autodestrucción del individuo, que no puede liberarse de tal conducta adictiva. En la actualidad, Extremadura cuenta con más de 130 locales autorizados para apostar, preferentemente deportivas. Hace apenas tres años tan solo había 41 negocios de este tipo. Por tanto, se trataría de un negocio al alza en una sociedad adultocéntrica que olvida con frecuencia a las personas jóvenes, no favoreciendo su empoderamiento y emancipación vital.

Ciertamente los juegos de azar están normalizados, siendo los más populares la lotería, el bingo, las quinielas, las máquinas tragaperras, etc. No pueden negarse desde el momento en que forman parte de nuestros entornos, pero sí debemos esforzarnos en transmitir valores pedagógicos sobre la percepción del riesgo del abuso y la adicción entre pequeños y mayores. ¡ No hagan sus apuestas ! Eduquemos desde la infancia para visibilizar y comprender el juego patológico, generalmente asociado al consumo de alcohol, tabaco y drogas ilegales. En conclusión, evitemos que haya más ‘losers’ en la juventud, logrando la plena inclusión de la ciudadanía joven, con sus derechos y deberes como el resto. Es la corresponsabilidad de una sociedad educadora y sana.

Saber más en: https://www.hoy.es/opinion/hagan-apuestas-20210111000311-ntvo.html

 

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