La falta de debate público y privado contribuye al estigma del suicidio
La profesora de la Universidad de Oviedo Susana Al-Halabí ha publicado junto a Eduardo Fonseca un artículo tan esclarecedor como estremecedor sobre un tema tabú: el suicidio. Ambos docentes reclaman una ley nacional para prevenirlo. Al-Halabí (Oviedo, 1978), por cuyas venas corre sangre española y árabe, asegura que esa ley «permitiría una alianza nacional y una respuesta multidisciplinar e integral para reducir las brechas entre la investigación, los agentes sociales y la práctica clínica. El suicidio es prevenible, hay que decirlo cuantas veces sea necesario».
Diez suicidios al día en España, ¿por qué sigue siendo un tabú? Entre diversas razones culturales, antropológicas y religiosas, el suicidio supone un desafío para todos y nos enfrenta a preguntas incómodas y trascendentales relacionadas con el sentido de la vida (Víctor Frankl) o si la vida merece la pena o no ser vivida (Albert Camus). Aún hoy es infrecuente que se hable abiertamente de suicidio entre los amigos o las familias. Y si se hace, se hace entre susurros. Esta falta de debate público y privado ha contribuido al estigma, al tabú y a la presencia de mitos en torno al suicido, lo que a su vez constituye una barrera para su prevención. Buena parte de esos mitos se basan en la errónea idea de que las «personas normales», quienes quiera que sean, no se suicidan. Debemos dejar de pensar que el tabú del suicidio nace de un principio natural que impide atentar contra la propia vida y, en su lugar, acometer los desafíos que plantea este problema.
¿Existe el efecto llamada? Sí, el efecto llamada puede ser más probable cuando se informa de manera sensacionalista acerca de la muerte por suicidio de una persona famosa. Se han publicado revisiones sistemáticas y metaanálisis que establecen causalidad con los suicidios producidos en los días subsecuentes. De alguna manera, el hecho de que una persona exitosa se suicide puede erróneamente legitimar el acto suicida. Los adolescentes son especialmente vulnerables a este tipo de efecto. No obstante, la prensa tiene que tomar conciencia de su potencial como aliado en la prevención del suicidio. Puede desempeñar otro papel y debe hacerlo.
¿Guardando silencio? El silencio informativo no es una opción; el sensacionalismo, tampoco. Es de vital importancia que los medios de comunicación ejerzan su papel como factor de protección e informen del suicidio como un problema de salud pública, incluyendo historias de esperanza, recursos de ayuda, señales de alarma y servicios de salud mental. Y deben evitar, y aquí sí afirmo «siempre», detalles específicos del método usado o el lugar, publicar fotos dramáticas o notas de despedida y presentar la muerte por suicidio como una solución a los problemas o como consecuencia de razones simplistas causa-efecto.
¿Cómo golpea el suicidio al sistema sanitario? Más bien, el suicidio golpea a la sociedad. Antes que un problema clínico, que también lo es, el suicidio es un problema existencial y representa un drama vital, personal, familiar y social. Además, el suicidio es solo la punta del iceberg. La ideación suicida es, con mucha diferencia, la conducta suicida más frecuente.
¿Se puede cuantificar su impacto económico? Sí, la muerte por suicidio tiene implicaciones económicas en términos de pérdida de productividad por muerte prematura. No obstante, ¿cómo cuantificamos el sufrimiento de todas las personas afectadas por una sola muerte por suicidio? Desborda los parámetros habituales acerca de los costes sociales y sanitarios. Pero ese impacto económico parece necesario para que la prevención del suicidio entre a competir en el terreno de la gestión de la salud pública. La pregunta es: ¿cuáles son las consecuencias económicas de no llevar a cabo ninguna acción contra el suicidio? ¿Actuar en la educación desde la infancia ayudaría? El colegio supone un excelente contexto donde, además de intervenciones de carácter asistencial y clínico realizadas por psicólogos, los estudiantes podrían verse beneficiados de programas bien construidos con el objetivo de aprender a manejar situaciones de crisis, fomentar una buena salud mental, promover las redes de apoyo social, identificar situaciones de riesgo, adquirir habilidades sociales… Y en el contexto familiar, los modelos parentales adecuados, la capacidad para demorar la gratificación, la tolerancia a la frustración, la comunicación abierta y sincera, y el apoyo y el cariño entre los miembros de la familia, pueden actuar como factores de protección.
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