La salud mental de la juventud importa

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El Teléfono de la Esperanza de Gipuzkoa (TEG) puso en marcha el pasado 14 de junio Badabidebat, un servicio de apoyo emocional especialmente dirigido al grupo de jóvenes con edades comprendidas entre 18 y 30 años. La herramienta funciona como un ente independiente al propio teléfono y tuvo en cuenta las necesidades y opiniones trasladadas por la juventud para su proceso de creación.

En una entrevista concedida en su sede en Donostia, Maribel Pizarro, directora del TEG, Maite González, coordinadora del TEG y responsable de Badabidebat y Beñat Benítez, técnico de este nuevo servicio, cuentan cómo esta herramienta se adapta al público al que va dirigido. Y es que gracias a un «proceso de carácter participativo y cualitativo», en palabras de Pizarro, con tres grupos de jóvenes, llegaron a la conclusión de que para ellos era «importante» contar con un servicio de ayuda emocional. También fueron relevantes los datos que extrapolaron de las estadísticas de 2019 de llamadas al TEG, en las que constataron un incremento del 5% en las realizadas por personas jóvenes; en una retrospectiva de cinco años, la cifra aumentaba ocho veces. «Veíamos que teníamos posibilidad de atender mucho más», destaca Pizarro.

Pero, ¿en qué se diferencia de su matriz, un teléfono que por formato pueda ser más cómodo a una población más adulta? «Cambian los métodos de captación», apunta Benítez. Badabidebat ha habilitado, además de un teléfono gratuito -900 840 335una línea de WhatsApp, un chat online en su web y una dirección de correo electrónico, conscientes de que estos últimos canales son más utilizados entre la juventud. Estas cuatro vías aseguran el anonimato, son gratuitas y suponen «un primer contacto», que ofrecen gracias a voluntarios con «una formación específica», incide González, para tratar los problemas que les afectan, incluyendo técnicas como la escucha activa o la relación de ayuda.

En caso de que el problema sea más complejo o «requiera de un apoyo profesional», se ofrece la opción de un asesoramiento psicológico profesionalizado, que realizan terapeutas voluntarios y que sigue siendo gratuito.

El perfil de jóvenes que acude en busca de ayuda es bastante variopinto. Según los análisis de datos de personas atendidas por el TEG previo a Badabidebat, hay un «equilibrio» entre hombres y mujeres, a diferencia de un rango más adulto, en el que el porcentaje de mujeres es mayor; la mayoría son jóvenes locales, aunque algunas personas migrantes también hayan realizado consultas. Los temas que tratan van desde los problemas vinculados a la pareja, la familia o las amistades, hasta las adicciones, pasando por dudas en torno a la orientación sexual o identidad de género. También han ofrecido ayuda en casos de violencia machista, o en diagnósticos de problemas de salud mental.

La prevención del suicidio, aunque no se trata de su objetivo principal, es otro de los temas que consideran importantes, debido a llamadas recibidas anteriormente en el TEG. Se trata de jóvenes con ideas suicidas, cosa que «a veces asusta mucho». González asegura que con este nuevo servicio pretenden que tengan un espacio para poder hablar. «Es un espacio donde se les va a respetar y se les va a acompañar, para que puedan expresar todo aquello que les está enturbiando la mente». Inciden en la necesidad de «prevenir» y «evitar situaciones», más cuando se trata de la primera causa de muerte entre los 25-29 años, de la segunda entre los 20-24 y la primera entre los 15-19 junto con los accidentes de tráfico, según datos del INE del 2019 a nivel estatal.

Si bien apuntan a MUCHO POR HACER que la visión acerca de la salud mental haya podido cambiar en la sociedad y actualmente la gente esté «más concienciada» en «resolver situaciones en las que está atascada» yendo a terapia, desde Badabidebat también reconocen que «todavía queda un camino por recorrer». Tampoco se atreven a afirmar que haya sido la juventud la promotora de ese avance, pero sí apuntan a su aportación en «cambiar la manera de expresarlo». Y es que, como refleja Benítez, «se dice prácticamente todo, sobre todo en las redes. Se habla más de esas cosas; antes directamente ni se hablaba».

Otro de los cambios en los que inciden es en la necesidad de más estructuras institucionales, especialmente para «hacer un trabajo de prevención». En ese sentido, Pizarro incide en que para la gente joven en ese rango de edad entre los 18 y los 30 años «tampoco hay recursos» específicos, mas allá de los servicios de salud mental, que además están «o muy centrados en la infancia y en la adolescencia».

Para saber más: https://mynmedia.mynews.es/intelligence/C2200217/document/13933/DNG202107120032/?fromEmail=True&idEnviament=148078

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