«Los políticos llegan tarde a la salud mental de los españoles»

 In Noticias, Noticias externas

La olvidada salud mental entró de lleno en el Congreso la semana pasada a raíz de las secuelas que está teniendo la pandemia de Covid en los españoles. A pesar del revuelo en los medios de comunicación y las redes, falta por ver si será flor de un día o los políticos lo tomarán en serio. El jefe de Psiquiatría del Hospital Clínic de Barcelona y director científico del Cibersam (Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental), Eduard Vieta, se muestra escéptico. Con él ha charlado EL MUNDO sobre salud mental en nuestro país.

Pregunta.- ¿Llegan tarde los políticos a la salud mental de los españoles? Respuesta.- Efectivamente, llegan tarde. Lo que importa no es de lo que se hable, sino lo que se haga, aunque normalmente para que se haga algo tiene que hablarse. Estamos llegando tarde y muchas cosas en el día a día no se están haciendo y es desesperante. Me alegra que el tema saliera en el Congreso, pero lo que estamos esperando es la inversión y eso hay que hacerlo desde el principio. Hay que buscar personal, porque si pones dinero y no puedes contratar a nadie tampoco solucionas el problema.

P.- La pandemia ha empeorado la salud mental pero, ¿cómo era antes de la Covid? En cuanto a atención, tratamiento… ¿estábamos peor que en otros países de nuestro entorno? R.- En general, en España tenemos un nivel profesional muy alto, sean médicos, enfermeros, psicólogos clínicos o psiquiatras, y además tenemos bastantes líderes de opinión a nivel mundial, estamos muy bien posicionados, pero la atención y la infraestructura es bastante deplorable, todavía tenemos estructuras muy anticuadas. Esto tiene su origen en que al principio la salud mental estaba en manos de órdenes religiosas que hacían cosas caritativas, encomiables, pero no muy de la mano de la medicina basada en la evidencia.

La atención a la salud mental en tiempos de Franco no se incluía en el seguro social y los grandes hospitales no tenían Psiquiatría. Hasta hace relativamente poco en grandes hospitales de toda España no había camas de esta especialidad, se incorporaron mucho más tarde. Tanto el país como los profesionales hemos evolucionado mucho, pero no la infraestructura y a eso le añadimos el estigma, que hace que estos pacientes no se manifiesten ni hagan ruido como otros pacientes que lo han hecho y han conseguido cosas.

P.- ¿Cuáles han sido los efectos de la pandemia en la salud mental de los españoles? ¿En qué se ha notado? R.- A pesar de que se ha hecho un esfuerzo por parte de todos para no dejar de atender a las personas con problemas mentales, ha habido una tormenta perfecta: al principio, cuando la cosa estaba muy mal, la gente se asustó y dejó de venir a los hospitales; y Atención Primaria, que es la vía de entrada de los pacientes hacia la Especializada, se colapsó. Tenemos, por tanto, menos gente que llega y una situación con mayor patología psiquiátrica y psicológica.

Ahora hay muchas personas con problemas en casa, mucha agorafobia (gente que no sale de casa), trastornos obsesivos empeorados (gente que ahora está más horas lavándose las manos y duchándose y limpiando la casa…), personas con esquizofrenia que han dejado de tomarse la medicación… Es verdad que lo que más aumenta son los problemas leves-moderados, pero también hay un empeoramiento de personas con patología grave. Y luego hay otra serie de circunstancias que empeoran, como la violencia intrafamiliar, los trastornos de conducta alimentaria…

P.- Se dice que somos un país muy medicado y como posible causa se apunta a la falta de psicólogos en el sistema público. ¿Somos realmente un país de pastilla fácil? ¿Hay pocos psicólogos en el sistema? R.- Cuando uno mira la prevalencia de trastorno mental en estudios epidemiológicos, el consumo de psicofármacos está por debajo de lo esperado en función de la prevalencia; es decir, que hay mucha gente no medicada que debería ir al psiquiatra de gente que duerme mal impresionante, por unos hábitos sociales que son perniciosos para el sueño. La gente tiene poca cultura de salubridad del sueño y opta por las benzodiacepinas, algunas de las pastillas que se mencionaron en el Congreso.

En cuanto a los psicólogos clínicos, efectivamente hay un déficit, pero es que la mayoría de las cosas que puede hacer el psicólogo muchas veces va acompañada también de medicación. Si convertimos esto en una dicotomía estamos facilitando que gente que se tiene que tomar medicación no se la tome y esto no va así. Es como si te rompes la pierna y no quieres que te opere el traumatólogo porque ya vas a ir al fisioterapeuta. Al final los psicólogos clínicos, cuando hablamos de patología psiquiátrica de moderada a grave, lo que hacen sobre todo es un trabajo de rehabilitación que se combina con la medicación y, por tanto, esa dicotomía es falsa. Pero dicho esto, evidentemente faltan psicólogos y hay mucha automedicación en España.

P.- En esta cuestión, ¿hay también algo de cultural en la salud mental en nuestro país? R.- Por un lado, los países latinos y católicos tienen más estigma tradicionalmente que los países anglosajones. La depresión, por ejemplo: en los países asiáticos el estigma es aún mayor que en los latinos; en Corea o en Japón sigue siendo vista como ser un vago. De todas formas, mucha de la gente que se automedica con las benzodiacepinas no sabe que tendría una solución más sencilla con ayudas que el psicólogo puede proporcionarle con técnicas de relajación, de mejora de la higiene del sueño… Pero insisto, la persona que está tomando benzodiacepinas por prescripción facultativa obviamente las tiene que tomar, y eso es distinto del que se toma una pastilla en lugar de dormirse sin tomarla.

P.- Quizá ese estigma hace que se asocie salud mental con estar loco, no con los trastornos del sueño y otras cuestiones. ¿Preferimos tomarnos una pastilla antes que reconocer que tenemos un problema? R.- Hay un montón de cosas de las que no se habla. El sueño realmente es un tercio de nuestra vida y lo negamos. Con la vida sexual, igual. En sexología también hay un montón de problemas que son psicógenos, de origen mental, y esto no se habla porque es como un tabú. En general, el tema de la salud mental lo es porque efectivamente toca tantas cosas íntimas que la gente no quiere hablar en público, y si no se habla en público es como un problema que no existe y por eso luego no está en la agenda de los políticos, y cuando salen fármacos nuevos cuesta que se puedan recetar, ponen trabas porque son caros. La propia Administración estigmatiza porque considera que los fármacos psiquiátricos son todos iguales. Tú tienes un fármaco para el cáncer que alarga la vida 15 días y no necesariamente en mejores condiciones y socialmente estamos dispuestos a pagarlo, pero en psiquiatría en cambio hay que dar los antiguos porque ‘son más baratitos’.

P.- La actual Estrategia de Salud Mental es de 2009-2013. Sánchez dijo en el Congreso que va a dotar a esta área con 2,5 millones de euros. No sé si es poco dinero, en qué punto está esa Estrategia, qué aspectos debería abordar primero…

R.- No sé en qué punto está, en su momento tuvimos conversaciones con los interlocutores, que han ido cambiando, pero hay que pensar hasta qué punto tendría que decidirse qué cosas se hacen a nivel nacional y qué cosas a nivel autonómico porque hacer una estrategia nacional si luego no está bien coordinada con las comunidades es papel mojado. Ese dinero es bastante poco, pero ya sería bienvenido, nos haría mucha falta. Hacer un plan que al final de

MADRID

Jefe de Psiquiatría del Hospital Clínic de Barcelona.

Para el también director científico del

EDUARD VIETA

Para saber más: http://mynmedia.mynews.es/intelligence/C2200217/document/13934/EMM202103274041/?fromEmail=True&idEnviament=134223

Start typing and press Enter to search