«Los trastornos obsesivo-compulsivos se están agravando por la pandemia»

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Suicidios, muertes inesperadas, accidentes de tráfico, catástrofes naturales y muertes violentas. Son situaciones en las que la atención psicológica es una emergencia y proporciona una cierta atenuación de las hemorragias que causan las heridas emocionales. Esa labor, la de poner barandillas al vértigo, es la que desempeñan los miembros del Equipo de Respuesta Inmediata en Emergencias (ERIE) de Cruz Roja, y, más concretamente, los profesionales de Intervención Psicosocial. Su labor se desarrolla en un escenario de máxima tensión emocional, donde los ánimos de las personas a las que atienden palpitan a un ritmo descontrolado.

El grupo está integrado por psicólogos, enfermeros, trabajadores sociales, socorristas y jefes de equipo. Carmen Navarro es psicóloga y responsable de ese equipo de voluntarios.

-¿Cuáles son las reacciones más habituales ante una situación crítica? – El estado emocional en el que solemos encontrar a las víctimas de un suceso traumático suele ser de desamparo, indefensión y angustia. No toman conciencia del hecho que acaba de suceder. Una crisis es un estado de trastorno en el que las emociones vencen a los pensamientos, rompiendo el equilibrio entre ellos por efecto del estrés. Son reacciones normales ante situaciones anormales.

-¿Qué atención se les facilita? – Ofrecemos herramientas para recuperar el control y la autonomía a las personas que se encuentran en esta situación. Creamos un ambiente de protección, seguridad y esperanza, y tratamos que la víctima se sienta apoyada con la red de apoyo familiar o de amigos. Como psicólogos hacemos una valoración del impacto emocional de la víctima para determinar si va a necesitar derivación a otros profesionales de la salud o si, por el contrario, empieza a elaborar el proceso de duelo dentro de la normalidad.

-¿Cómo está afectando la pandemia a la salud mental? – Desde que se decretó el estado de alarma sanitaria en marzo de 2020, Cruz Roja puso en marcha un teléfono para atender las necesidades psicosociales de la población. Después de un año, se empieza a notar mucha alteración del estado de ánimo, desamparo, falta de energía, trastornos del sueño y, en general, miedo. Se puede desarrollar también fobia social por miedo a los contagios y a lo desconocido. Y aquellas personas que ya padecían una patología previa, están viendo cómo se agravan por efecto de los rituales y medidas higiénicas que tenemos que mantener, desarrollando, por ejemplo, trastornos obsesivo-compulsivos con respecto a la limpieza y la higiene de manos. Por el número de intervenciones que realizamos el año pasado, el suicidio es la primera causa de atención.

-¿A quiénes está afectando más? – Los sectores por edades más afectados son los adolescentes y la tercera edad, porque sus modelos de sociedad han cambiado mucho, y la manera de relacionarse entre ellos, también. El cambio está llevando, en el caso de los jóvenes, a una adicción a las nuevas tecnologías, porque se han convertido en su instrumento para estar en contacto con el mundo que les rodea y con los amigos. A las personas de la tercera edad les ocasiona una alteración de una realidad que no dominan y para la cual tampoco tienen una explicación lógica. Empiezan a estar más en el pasado que en el presente como consecuencia del aislamiento social.

-¿Qué síntomas reflejan problemas de salud mental? – Tendremos que buscar ayuda, acudir a nuestro médico de familia si tenemos síntomas de ansiedad, problemas para dormir, no poder concentrarse en las tareas cotidianas o depresión, como estar sin energía, sin ganas de hacer nada, sin asearse, sin comer, etc. Es importante contar lo que nos está pasando y pedir ayuda si la necesitamos.

-¿Cómo nos protegemos ? – En la parte física, el distanciamiento es una de las medidas de seguridad contra la Covid-19. En la psique hay que aplicar lo mismo: distanciamiento de los problemas para ser más objetivos y protegernos. Los seis pilares de la resiliencia serían los que tendríamos que tener presentes para superar esta situación: tener conexiones afectivas; tener un buen control de nuestros pensamientos; convencernos de que el control de lo que decimos y hacemos lo tenemos nosotros; tener una autoestima alta; pensar en positivo y tener motivos para vivir. El miedo a la muerte es uno de los ingredientes más poderosos para no dejarse vencer y luchar día a día.

-Algunos casos que le haya marcado. – Los que casos que tienen que ver con suicidios siempre dejan huella. Son muy traumáticos y tienen un dolor añadido, porque no se encuentran las razones por las que una persona toma la decisión de quitarse la vida. En el caso de muertes inesperadas por accidentes, cuando las víctimas son niños la conmoción es mayor. El hermano pequeño de un menor que se ahogó en una piscina en Mazarrón el verano pasado hablaba de él sin alterarse, como si aún estuviese vivo. Los niños no tienen el concepto de muerte de los adultos. Ponerse en esa visión de los acontecimientos traumáticos es aceptar que una misma realidad puede ser vista con otros ojos. Los niños nos enseñan que se pueden adaptar mejor a la realidad si les damos el espacio y el tiempo para ello.

Para saber más: http://mynmedia.mynews.es/intelligence/C2200217/document/13934/LVM202104120421/?fromEmail=True&idEnviament=135751

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