Suicidio, la muerte invisible
«Sabes que la gente se suicida, pero piensas que nunca te va a pasar a ti porque nadie habla nunca de ello». «Siento que desde que mi hijo se suicidó ya nadie le menciona; es como si no hubiese existido». «A veces me encuentro mejor y me siento culpable, como si no me mereciese estar bien». «Acudir a un profesional fue un acierto; desde que tomo medicación me siento más sereno, ya no lloro todo el rato».
Unas diez personas se suicidan en España cada día, el doble de las que fallecen por accidente de tráfico. Es ya el principal problema de salud que genera muertes violentas o por causa externa en jóvenes y provoca un shock brutal a sus familiares, que se ven envueltos en un duelo especialmente complejo por la sensación, equivocada, de haber podido evitar lo sucedido. Asturias lidera desde hace años, junto a Galicia, las tasas de mortalidad por conductas suicidas. El Teléfono de la Esperanza de Asturias, activo las 24 horas del día, asegura haber notado un incremento de las llamadas durante la pandemia. Y, sin embargo, sigue siendo un tema tabú.
La reciente muerte de Francesc Arnau, director deportivo del Real Oviedo, ha sacado a la luz los dos errores que los expertos advierten que hay que evitar: pecar por exceso, hipotetizando públicamente sobre el motivo de su suicido -una muerte voluntaria no suele deberse a una única causa y, en caso de que lo fuese, no debería ser tema de debate en sobremesas ni redes sociales- o hacerlo por defecto, callando o incomodado ante una muerte envuelta en un estigma injusto.
Encabezan este texto declaraciones de asturianos que han perdido a un ser querido por suicidio. En conversación con este periódico, todos defienden la necesidad de dejar de tratar esta causa de muerte como un tema tabú, un ocultamiento que consideran que ha complicado su ya de por sí complejo proceso de duelo. Sus ideas son claras. No quieren que se les pregunte por detalles «escabrosos». Piden huir de expresiones vacías como «anímate» o «no pienses en ello», rechazan que nadie se refiera a sus seres queridos como «valientes» ni «cobardes» y recuerdan que un suicidio responde siempre a un problema multicausal que abarca la salud mental, sí, pero también el nivel que son aquellas personas que sobreviven al suicidio (o intento de suicidio) de un familiar. Se les llama «sobrevivientes» a los que intentaron quitarse la vida y sobrevivieron. Todo se empezó a mover en enero del año pasado, pero hasta diciembre no se registraron oficialmente como asociación, así que llevan apenas unos meses de andadura.
El gran paso adelante, cuentan, fue la incorporación al proyecto de Paula Marín, psicóloga en Avilés que colabora con el grupo altruistamente liderando terapias grupales. «En supervivientes el trauma es tan brutal y el dolor es tan fuerte que su entorno no sabe cómo actuar y les dicen frases como ‘¿cómo no os disteis cuenta?’ o ‘¿pero discutisteis?’. Y eso culpabiliza a la persona. Esa gente no lo hace a mal, pero sin querer hacen daño. Las terapias grupales, al permitir compartir lo que has pasado con gente que ha vivido lo mismo reduce el dolor porque reduce la incomprensión», resume la experta.
Los mitos, el estrés y la culpa. López explica que se dio cuenta, según fue pasando el tiempo, de que hasta fallecer su pareja su idea del suicidio estaba, como en buena parte del imaginario colectivo, muy distorsionada y alimentada más por clichés que por certezas. Pensaba aquello de que «quien lo dice no lo hace», o que «solo busca llamar la atención». «Si lo piensas, es terrorífico pensar de esa manera. ¿Cómo de mal puede estar una persona para decir que se quiere morir? Debemos ser conscientes de lo peligroso que son esas llamadas de atención», explica.
En su caso, y luego ha visto que todos los supervivientes que conoce han hecho lo mismo, la muerte de su marido le hizo volcarse en la literatura científica. Se ha leído todo tipo de estudios e investigaciones sobre el suicido, y por eso habla casi como una experta. «Sí podemos decir que los duelos por este tipo de muertes son distintos, aunque no se pueda evaluar y medir el dolor que causa porque es diferente para cada persona. Los estudios dicen que el grado de estrés que provocan
Expertos y familiares de asturianos que se han quitado la vida, agrupados en la asociación «Abrazos Verdes», piden un nuevo tratamiento social de un fenómeno en el que Asturias lidera las estadísticas.
Para saber más: http://mynmedia.mynews.es/intelligence/C2200217/document/13934/LNE202105308016/?fromEmail=True&idEnviament=142329